En la etapa decisiva de la campaña presidencial, la derecha chilena enfrenta su mayor fractura en años. Las diferencias entre los comandos de Evelyn Matthei y José Antonio Kast escalaron tras la difusión del video musical de la candidata de Chile Vamos, lo que volvió a exponer la falta de cohesión en un bloque que aspira a recuperar el poder.
El contenido, presentado como una pieza “alegre y juvenil”, generó reacciones divididas incluso dentro del propio equipo de Matthei y provocó molestia en el entorno republicano. Kast, sin confrontar directamente, pidió mantener las críticas al Gobierno y no entre los sectores de oposición, en un intento por contener un conflicto que amenaza con desbordarse.
Pero la tensión no se limita a ambos liderazgos. El Partido Nacional Libertario, encabezado por Johannes Kaiser, agitó aún más las aguas al fijar condiciones para una eventual segunda vuelta: no ceder en los principios y excluir a sectores moderados como Demócratas, Amarillos y Evópoli, a los que calificó de “centroizquierda”. La postura fue leída en Chile Vamos como un golpe directo a la idea de construir una mayoría amplia.
Desde Evópoli, su presidente Juan Manuel Santa Cruz criticó el tono de Kaiser y advirtió que “se están comiendo el postre antes del plato de fondo”. En tanto, el timonel de la UDI, Guillermo Ramírez, recordó que Demócratas y Amarillos son aliados de la coalición, marcando un límite frente al avance del discurso libertario.
En los comandos reina la inquietud: a semanas de la primera vuelta, la posibilidad de una derecha dividida en el balotaje preocupa tanto como el desempeño frente al oficialismo. Analistas coinciden en que las diferencias ya no son solo tácticas, sino ideológicas y estratégicas, y podrían traducirse en una ruptura con efectos duraderos sobre la gobernabilidad y el equilibrio político del país.


